La suficiencia de Jesús como base del discipulado
El discipulado no tiene como base la enseñanza de la virtud moral, la formación de la teología sistemática o el pulido de nuestros modales. La idea no es mejorar los pensamientos humanos o equiparnos para vivir una vida religiosa, decente y buena.
Cuando Dios eligió enseñarnos sobre sí mismo, no dejó caer un libro de ideas del cielo. No escribió una teología sistemática para que la memorizáramos. Envió a su Hijo en forma de hombre. Y nos dijo: “Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!” (Marcos 9:7)
En Occidente (especialmente en la era de la información), hemos abrazado la mentira de que crecemos solo con la introducción de nueva información. Por tanto, nos enfocamos en nuevas enseñanzas y más información, reduciendo el discipulado a la transferencia y adquisición de nuevo conocimiento. Mi propia experiencia me ha enseñado que el aprendizaje de la información bíblica no produce automáticamente un crecimiento espiritual. Tener la información correcta es necesario, pero insuficiente.
El discipulado es más profundo y Cristo céntrico en sus diseños, y mucho más noble en sus fines. Implica una permanencia constante en la vid verdadera. Implica vivir en íntima unión y en contacto diario con Cristo. Tal contacto nos transforma.
Dietrich Bonhoeffer, el discípulo alemán, que fue encarcelado por su fe y finalmente asesinado por su postura, declaró que "el cristianismo sin discipulado es siempre el cristianismo sin Cristo". Y su razonamiento detrás de esa declaración es sugerir que Cristo mismo es la base del discipulado.
Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu (2 corintios 3:18).
Dios se ha revelado a sí mismo en la historia de la humanidad a través de Jesucristo. Cuando miramos a Jesús, todos los juegos de adivinanzas sobre Dios se acaban. Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también el Padre ha levantado al Hijo, para que todo el que crea y permanezca en Él sea transformado a Su semejanza (Juan 3:14, Parafraseo).
…Cristo Jesús: Quien, siendo por naturaleza Dios… (Filipenses 2: 5-6).
El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa... (Hebreos 1: 3).
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre… (Juan 1:14).
Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo... (Hebreos 1:1-2)
Por ser Dios encarnado y la Palabra encarnada, Jesucristo es la base del discipulado bíblico. Estamos llamados a seguirlo, permanecer en Él, tomar su yugo, aprender de Él, vivir de acuerdo con sus caminos. Solo a través de nuestra unión y comunión con Jesús se producirá verdadera transformación y fruto espiritual. Cualquier otra cosa nunca nos satisfará ni a nosotros ni a Dios. Todo lo demás es madera, heno y paja (1 Corintios 3:11-13)
Nada menos que la vida tras los pasos de Cristo es lo adecuado para el alma humana o las necesidades de nuestro mundo. Dios ha decidido usar el discipulado para formar a Cristo en nosotros. Su voluntad es que Cristo sea formado en cada discípulo” (Gálatas 4:19).
Dios está muy complacido con nada menos que Su propia imagen perfecta.
Suficiente y Supremo
Los autores del Nuevo Testamento, inspirados por el Espíritu Santo, declaran unánimes de principio a fin que Jesús es la piedra angular del discipulado. Pero ¿Por qué?
Para los fines de este artículo, usaremos a Colosenses capítulo uno, versículos 15 al 20, para responder a nuestra pregunta. Recordemos el contexto de lo que está sucediendo, Pablo está escribiendo esta carta a un grupo de cristianos en Colosas, son seguidores de Jesús que se están preguntando si Jesús puede proporcionarles todo lo que necesitan. Tienen metas, esperanzas, sueños, quieren ser relevantes e importantes en el mundo, y comienzan a preguntarse si tal vez deberían agregar algo más fuera de Jesús a esta cosa de discipulado que se ha convertido en una parte de sus vidas.
Y en esta carta Pablo es bastante claro de principio a fin, que Jesús es todo lo que necesitan…Jesús es todo lo que necesitamos.
El tema del capítulo 1 de Colosenses es “la supremacía y la suficiencia de Cristo”. Hay dos palabras claves que son útiles para entender las profundidades de este pasaje: suficiente y supremo. Pablo está argumentando que Cristo es suficiente porque Cristo es supremo. O Cristo es supremo, por lo tanto, suficiente.
La idea es que cuando prestas atención a quién es Jesús y a lo que ha logrado, llegarás a la conclusión de que solo Él tiene las credenciales para ser el fundamento del discipulado bíblico.
Jesús es supremo en todas las cosas…
Jesús es superior en comparación a todas las cosas y situaciones. Jesús es más grande que el Torá, más grande que Moisés, más grande que todo el sistema sacerdotal, más grande que el templo, más grande que los sacrificios; Jesús es más grande que la teología, más grande que los dogmas de cualquier denominación. Jesús es superior a los ángeles.
Jesús es suficiente…
Jesús es el sustentador que literalmente sostiene todo. Él es suficientemente grande para cubrir toda necesidad, para ser la solución de todos los problemas, para redimir todos nuestros pecados, para restaurar todo lo que está roto y para transformarnos. Jesús es la cabeza de la iglesia que es su cuerpo. La plenitud del que llena todo en todos los sentidos (Efesios 1:22-23). Jesús es el cumplimiento de las escrituras. Jesús es el verbo hecho carne (Juan 1:14).
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él. Él es anterior a todas las cosas, que por medio de él forman un todo coherente. Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero. Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud y, por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz
Colosenses 1:15-20
Todos los intentos de sistematizar a Jesús fracasan. El grito del apóstol es: “JESÚS ES MÁS.” Pablo quiere que nos quedemos asombrados. Él quiere que nos maravillemos y que nos rindamos ante Él.
Pablo está diciendo: “Sea lo que sea lo que has experimentado, Jesús es más. Todo lo que hayas estudiado sobre Él, Jesús es más. Sea lo que sea lo que has oído de Él, Jesús es más. Cualesquiera que sean tus necesidades, Jesús es más.” La idea de Pablo no es brindarnos más información para llenar nuestra cabeza y satisfacer nuestra necesidad intelectual, sino mostrarnos la Gloria de Jesús, apuntarnos a Él para seguirlo, imitarlo, obedecerlo y ser transformados a su semejanza.
Objetivo final del discipulado
La decisión de seguir a Jesús significó un compromiso total para los primeros discípulos. Cuando los doce discípulos se sometieron al señorío de Jesús, se comprometieron a estudiar y vivir Sus enseñanzas. Juan declara que el discípulo que da fruto es el discípulo que permanece en Jesús (Juan 15). Para los doce, el llamado al discipulado fue un llamado a sumergir sus vidas en nada más ni nada menos que las palabras y la persona de Jesús para imitarlo y ser transformados a su semejanza.
Como enseñó Jesús, el objetivo del discipulado es imitar al maestro.
“El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro” (Lucas 6:40).
De manera que, el objetivo final del discipulado es que los hombres sean transformados (reconformados) a la imagen de Cristo, para la gloria de Dios. Las Escrituras pintan un cuadro preciso de cómo se logra esa meta; se logra únicamente siguiendo, imitando y obedeciendo a Jesús (quien es la imagen perfecta de Dios) como su discípulo, y permaneciendo en Él y Sus palabras; a través del empoderamiento y la iluminación del Espíritu Santo. (Génesis 1:27, 1 Corintios 11: 7, 2 Corintios 3:18, Efesios 4: 22-24, 5: 1, Colosenses 3: 9-10, Juan 15)
Poner a Jesús en el centro del discipulado no es opcional (porque separados de Él, nada podemos hacer); es la única manera de experimentar vida plena, transformación verdadera y fruto espiritual… Es la mejor manera de traer gloria a Dios.
“'Sed imitadores de mí como yo soy de Cristo'. Pablo está diciendo: 'Estoy siguiendo a Cristo y, por tanto, sigan mi ejemplo y estaremos presionando hacia Cristo. Nos estamos pareciendo cada vez más a Cristo.” ¡Y así es como debemos vivir! […] Tenemos la intención de vivir de tal manera que estemos dirigiendo a las personas a Cristo con nuestras vidas. Nuestras vidas son dignas de imitación. De eso se trata hacer discípulos. Estamos haciendo discípulos de Jesús que, cuando miran nuestras vidas, se están volviendo más como Jesús. Cuando escuchan nuestras palabras, están aprendiendo las palabras de Jesús. Eso es lo que significa hacer discípulos ".
-David Platt, "Una vida digna de imitación", Radical
Acerca del autor:
Stanley J. Philippe sirve en Santiago, República Dominicana, como plantador de iglesias transculturales junto con su esposa e hijos. Es pastor en la iglesia comunidad multicultural y ayuda a supervisar una red de iglesias en el Caribe. Su pasión es ver vidas y comunidades transformadas por el poder del Evangelio.
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