LA NUEVA REFORMA
El teólogo suizo Karl Barth sugirió que la iglesia siempre debería reformarse. En otras palabras, estamos llamados a examinar nuestro corazón y probar nuestros caminos. Estamos llamados a mirar la forma en que hacemos iglesia. A pesar de lo difícil que es tragar esta píldora, tuve que hacerlo. Confieso que al principio de mi ministerio mi definición del éxito era viciada, totalmente divorciada de la definición bíblica. Creía que una iglesia grande, la capacidad de atraer a nuevas personas, impartir conferencias y ser reconocido internacionalmente resumían el éxito ministerial... hasta que me di cuenta de que había un problema con esa mentalidad.
Pablo tenía una perspectiva tan diferente. En una ocasión les dijo a los gálatas: “Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes” (Gálatas 4:19).
¿Pueden ver el contraste entre las dos definiciones de éxito?
EL PROBLEMA
Al igual que los reformadores, nuestra generación hereda una versión de la iglesia… Una versión diferente de la iglesia primitiva. Una desafortunada realidad de nuestros días es que a los pastores se les califica según el tamaño de sus iglesias, los libros que producen, las conferencias que imparten y no la fidelidad en hacer discípulos apasionados por Cristo y sus propósitos en la tierra. Lamentablemente, los métodos de crecimiento y de transformación de la iglesia actual (por lo menos en occidente) están muy divorciados de lo que Cristo nos encomendó; los líderes cristianos occidentales (en su gran mayoría) han adoptado métricas comerciales para hacer crecer las iglesias, en lugar de métodos bíblicos para hacer discípulos que hacen discípulos.
Muchos pastores han sido más influenciados por métodos empresariales que por el método del arquitecto de la Iglesia… su preocupación no es cómo hacer discípulos, sino cómo atraer a nuevos ‘clientes’, cómo mantener contentos a los miembros, cómo alejarlos de la competencia y cómo generar más ingresos. Esta mentalidad a menudo conduce a medir los marcadores incorrectos o poner el énfasis de nuestro tiempo, tesoro, talento y estrategias en esfuerzos incorrectos. Además, el deseo de crecer rápido, ser reconocidos y mantener a los ‘clientes’ felices muchas veces nos hacen depender del esfuerzo humano. Y en el peor de los casos, podemos terminar compitiendo con el mismo Reino de Dios, levantando pequeños reinos paralelos a Su reino, en vez de ser reflectores de Cristo y hacer discípulos de Cristo.
Esta versión de la iglesia que hemos heredado, distorsionada, con levadura, tradiciones y enseñanzas de hombres, proviene principalmente de la desconexión de sus líderes del Señor de la iglesia y Su método de llevar a cabo su plan de crecimiento, restauración y transformación. El problema es que Jesús no nos enseñó a hacer conversos, escribir libros, hacer conferencias multitudinarias, ni a construir iglesias.
En cambio, ordenó algo específico: hacer discípulos de todas las naciones.
Las preguntas desconcertantes en cuanto a la misión y el crecimiento de la iglesia solo pueden responderse volviendo al ministerio de Jesús y los orígenes de la iglesia primitiva. El modelo de Jesús para el crecimiento, el discipulado, giraba en torno a pasar tiempo con 12 hombres (revelándoles la verdad y la gracia), los cuales harían lo mismo.
Si los primeros en recibir la gran comisión hubiesen usado nuestros métodos modernos en sus esfuerzos de ser efectivos y hacer crecer la iglesia, ciertamente no estaríamos aquí hoy hablando del discipulado.
El problema es un malentendido fundamental de la misión en cuestión. “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (NBLA, Mateo 28:18-20).
En otras palabras, Vayan y expandan el reino de Dios hasta el fin de la Tierra, proclamen las buenas nuevas de la gracia de Dios, demuestren el amor de Dios a través de sus vidas, palabras y obras, y hagan nuevos discípulos de todas las naciones…” (Parafraseando).
No podemos esperar conseguir los resultados de los apóstoles y alejarnos del método que usaron.
No podemos esperar experimentar el ministerio de Jesús y divorciarnos del modelo que implementó para hacer discípulos.
LA SOLUCION
Más que denuncias lo que se necesita es una crítica constructiva y un espíritu humilde para revisitar el método de Jesús. Porque su método aún permanece: hacer discípulos. Por lo tanto, debemos criticar la versión de la iglesia que heredamos. Deberíamos mirar la forma en que llevamos a cabo la misión de la iglesia. Y la forma en que lo hacemos es volviendo al Nuevo Testamento.
La efectividad y el crecimiento de la iglesia no provienen de avanzar más allá de los patrones bíblicos, sino de construir directa y únicamente sobre ellos.
Cada generación debe regresar a la primera iglesia como su inspiración y aspiración. Acudimos a la Biblia como aprendices y dejamos que dicte la forma en que hacemos iglesia. Vamos a la Escritura porque contiene nuestras raíces, también es nuestra esperanza y nunca deja de capturar la imaginación de cada generación que la lee con asombro, fe y humildad.
Mientras estudiamos la primera iglesia con un corazón receptivo, sensible, humilde y obediente, y anhelamos que la vida de la iglesia primitiva regrese a nuestro tiempo, seremos capaces de criticar nuestra forma heredada y experimentar la renovación. No buscamos la destrucción de lo que está, sino una renovación y una reforma.
Pablo le dijo a Timoteo: “Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros” (NVI, 2 Timoteo 2:2).
La estrategia de crecimiento de la iglesia de Pablo no tiene nada que ver con edificios o estrategias o métodos empresariales, sino todo con las personas (relaciones centradas en Cristo). Pablo hizo discípulos en todos los lugares a los que fue. Timoteo, Tito, Marcos, Lucas y Silas, por nombrar algunos. Su fundamento fue el discipulado centrado en Jesús.
Jesús solo es suficiente.
De hecho, “Solo Cristo” ha sido uno de los gritos de los reformadores.
Lo que necesitamos no es más estrategias brillantes, lo que necesitamos es priorizar el discipulado Cristocéntrico.
Este texto tiene información importante para aquellos interesados en el proceso de discipulado sobre como replicar las generaciones futuras. Aquí vemos a 4 generaciones—Cristo discipuló a Pablo, Pablo a Timoteo, Timoteo a hombres confiables, ellos a su vez a otros.
Queremos hacer discípulos que tomen lo que han aprendido y lo enseñen a otros que lo enseñarán a otros. Imagínese que un ángel se le aparezca para darle un mensaje directo del cielo. Le dice que le queda un año de vida.
Si supiera que su vida termina dentro de un año, ¿Qué decisiones tomaría, qué cambiaria, cómo priorizaría su vida para dejar un legado eterno?
La verdad es que cada uno de nosotros tiene una fecha de expiración, el reloj de su vida está en marcha… y cualquier momento puede ser el final de nuestro tiempo en este mundo. Así que, hacemos bien en poner lo primero, primero. Dice un proverbio chino: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años, el segundo mejor momento es hoy”. Entonces, hoy es el día de humillarnos y reconocer que el método de Jesús es muy superior a los nuestros. Su método nunca será anticuado.
Hoy es el día de comenzar a hacer discípulos.
Dios usó a la iglesia fiel, imperfecta, esforzada y necesitada de Su infinita gracia del primer siglo para poner el mundo patas arriba. Él puede y quiere hacer lo mismo con la iglesia del siglo veintiuno--pero necesitamos una nueva reforma.
Toda reforma de la iglesia tuvo sus raíces en este regreso a la persona de Jesús y una eclesiología primitiva. Jesús es suficiente. Su ministerio siempre tuvo el propósito de inspirar imitación y renovación. Mientras nos preparamos para celebrar el Día de la Reforma, quiero animarnos a que volvamos a Jesús porque es en una profunda contemplación de la vida y ministerio de Jesús que la reforma nace una y otra vez.
Cuando el discipulado cristo-céntrico es encarnado por su pueblo, la iglesia se convierte en la manifestación de la presencia tangible de Cristo en nuestro vecindario... impacta y transforma a su comunidad.
Dejemos un legado eterno...
Comenzando hoy.
Acerca del autor:
Stanley J. Philippe sirve en Santiago, República Dominicana, como plantador de iglesias transculturales junto con su esposa e hijos. Es pastor en la iglesia comunidad multicultural y ayuda a supervisar una red de iglesias en el Caribe. Su pasión es ver vidas y comunidades transformadas por el poder del Evangelio.
Instagram: @stanley_philippe
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Twitter: @Stanley_Philipp
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