La práctica del discipulado
Reflexionemos un instante: ¿Cuántas veces hemos escuchado hablar del amor en la fe cristiana? Sin embargo, ¿qué tan profundo es nuestro entendimiento de cómo este amor impacta nuestra vida diaria? En la primera entrega de esta serie, exploramos el núcleo del discipulado cristiano, que es el amor, y cómo este amor se entrelaza en el tejido mismo de la vida de un seguidor de Cristo.
Recordamos las palabras de Jesús, quien enfatizó que amar a Dios y al prójimo son mandamientos centrales (Mateo 22: 37-39) y cómo estas enseñanzas sirvieron como el cimiento para la vida de los primeros discípulos. Hoy, vamos a adentrarnos más en la vivencia práctica del discipulado con el objetivo de ver cómo los discípulos de hoy reflejan el amor de Cristo en un mundo que anhela desesperadamente ver amor en acción. Acompáñame en este viaje hacia cómo el amor se convierte en acción y toma forma en nuestras vidas.
El motor del discipulado: El amor
Más allá de palabras y teorías, el amor se convierte en el motor que impulsa cada decisión y gesto en nuestra existencia. Es el eco en cada risa compartida, en cada lágrima consolada, en cada mano extendida. Tal como reflexionó Pablo: “Porque el amor de Cristo nos obliga…” (2 Corintios 5:14), nos invita también a reconocer que la totalidad de nuestra ley radica en: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo’ (Gálatas 5:14). Ahora, ¿cómo se traduce esto en nuestra vida diaria?
El papel de la iglesia como comunidad de amor.
La iglesia, con su vasta diversidad, se alza como un refugio de amor y apoyo. En este lugar, a pesar de nuestras diferencias, nos hallamos conectados por un vínculo común: el amor en Jesucristo. Pero surge la pregunta, ¿de qué manera este amor se traduce en acciones concretas, más allá de meras palabras?
Permíteme compartir una historia que ilustra precisamente lo que deseo expresar. En la Comunidad Multicultural, donde tengo el privilegio de servir, fui testigo de cómo el amor puede construir puentes sobre grietas históricas. Elena, una destacada maestra dominicana ya jubilada, ha vivido una vida plena de relatos sobre estudiantes que ha inspirado y de batallas y victorias que ha tenido en su patria.
Dieuline, en contraste, es una joven haitiana llena de esperanzas. Aunque busca la aceptación y el sentido de pertenencia en la comunidad, lleva consigo una carga pesada. Su embarazo, si bien es una bendición, trajo consigo muchas complicaciones. Se encontraba lejos de su hogar, en un lugar donde no siempre se sentía acogida, sin empleo ni medios económicos, y necesitaba una intervención quirúrgica para garantizar la salud de su hijo por nacer.
Cuando la iglesia conoció la situación de Dieuline, Elena fue una de las primeras en actuar. A pesar de las tensiones históricas entre sus naciones de origen, encontraron en Cristo un nexo unificador. Aunque sus lenguas maternas diferían, Elena comprendía que el lenguaje del amor trasciende palabras. Acompañó a Dieuline al hospital, estuvo a su lado en los momentos de temor y oró con ella en los instantes de esperanza.
En la quietud del hospital, ambas mujeres hallaron un vínculo sagrado, una conexión que superaba la historia, la cultura y el lenguaje. Sus espíritus y oraciones se entrelazaron en un profundo acto de amor. Para Dieuline, Elena emergió como una figura maternal, una representación del amor puro en un periodo de incertidumbre. Y para Elena, Dieuline se convirtió en un recordatorio palpable de que el amor divino trasciende todas las barreras.
Amor: El testimonio más elocuente
"En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros." (Juan 13:35)
Esta historia, la de Elena y Dieuline, no es solo un relato conmovedor; es un testimonio poderoso de cómo el amor en la iglesia puede superar incluso las barreras más antiguas y profundas. Es una historia que nos dice que cuando permitimos que el amor de Dios guíe nuestras acciones, podemos construir puentes en lugar de muros, y podemos mostrar al mundo la verdadera esencia del discipulado cristiano. Es un testimonio de fe y amor que sirve como recordatorio de que nuestro amor al prójimo refleja nuestro compromiso con Dios. ¿Qué mejor manera de demostrar nuestra fe que amando sin restricciones ni condiciones?
El regalo del amor ágape
El amor ágape, un amor sacrificial y desinteresado que trasciende toda comprensión humana, es el don que Dios nos brinda por medio de Jesucristo y nos insta a compartir. Juan nos dice en Juan 3:16, "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna." Al vivir sumergidos en este amor, cambiamos. Nos convertimos en seres cuyas acciones y relaciones reflejan la profundidad del amor divino.
Juan nos recuerda en 1 Juan 4:19-21 que amamos porque Dios nos amó primero y que debemos amar no solo en palabras, sino con acciones y verdad. Este amor no se limita a nuestras relaciones directas con Dios, sino que se extiende a nuestros hermanos y hermanas. Si decimos que amamos a Dios, pero no mostramos amor hacia nuestros prójimos, contradecimos la esencia misma de ese mensaje divino. El amor genuino se refleja en cómo tratamos a quienes nos rodean.
Reflexiones finales
El camino del discipulado es uno que nos llama a ser más como Cristo, a amar activamente, a ser testimonio vivo del amor de Dios, aquel que nos lleva más allá de nuestras limitaciones humanas, cruza fronteras y desafía divisiones. A medida que seguimos a Jesús y dejamos que Su amor moldee nuestro ser, nos convertimos en reflejos vivientes de Su gracia.
La historia de Elena y Dieuline es solo una muestra de lo que puede lograrse cuando permitimos que el amor de Dios guíe nuestras acciones. Como seguidores de Jesucristo, tenemos la responsabilidad y el privilegio de ser portadores de este amor, demostrando que es posible superar cualquier barrera que se interponga.
Al final del día, es el amor el que nos guía, el que nos da fuerza y el que da propósito a nuestra existencia. ¿Estás dispuesto a dejar que el amor guíe tu camino? Te reto a que, a partir de hoy, busques oportunidades para mostrar el amor de Cristo en cada rincón de tu vida. Porque, como dijo Jesús, "En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros." (Juan 13:35). ¡Hagámoslo realidad!
Acerca del autor:
Stanley J. Philippe sirve en Santiago, República Dominicana, como plantador de iglesias transculturales junto con su esposa e hijos. Es pastor en la iglesia comunidad multicultural y ayuda a supervisar una red de iglesias en el Caribe. Su pasión es ver vidas y comunidades transformadas por el poder del Evangelio. Instagram: @stanley_philippe Facebook: Stanley J. Philippe Twitter: @Stanley_Philipp
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